Llegué en plena luna nueva,
ya hace cuatro décadas y un poco,
unas quinientas y cinco lunas llenas
desde que abrí mis ojos a este mundo.
He querido a muchas personas,
he besado a otra cantidad,
más en el camino me encuentro de nuevo
sólo en el concierto nocturno del terruño.
Lugar que me vió crecer,
tener sueños y pesadillas.
Hacer amigos, y verlos partir.
Podría decir que he deambulado,
más el viento cósmico en mi destino
me ha colocado.
Sólo en mi mundo, con mis sueños,
mis planes y anhelos. En la noche,
la luna se vuelve a asomar sin fallo.
Espero una señal trascendental que no llega,
que se escucha quizás a la distancia,
pero que su tono amaina con el sonido del viento.
Se siente bien después de un tiempo,
se acostumbra el cuerpo
y la mente, que quieren algo o alguien,
más sigo con un sólo par de huellas en la arena.
Treinta y cinco veces me dijo una vez una amiga,
ya has superado ésa etapa.
Me hace falta disfrutar a mí mismo.
Con mis faltas y defectos,
rasgos que la vida misma me ha forjado.
Una frase repito y repito:
És más divertido en compañía.
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